Es cierto que muchas de las grandes obras literarias en la historia no se caracterizan por el acierto en sus títulos. Sin perjuicio de su contenido, uno de los grandes aciertos de la obra que prologamos es, precisamente, su título, «Las ratas también se enamoran». Un buen título porque refleja con total acierto su contenido. Las mujeres en la cultura de la protagonista —y en otras muchas, podríamos añadir—, «son como, niñas, unas ratas, no escuchan nunca». A partir de la condición de “rata”, Minerva, la protagonista en primera persona de esta historia, asume su condición para superarla como ser humano que lucha por la libertad.