Partiendo de un hecho verídico, la autora narra una hermosa parábola que se va entretejiendo en los versos de Atahualpa Yupanki: entonces surge un pasado familiar, la silenciosa dignidad de una madre, la militancia de un padre, la vida provinciana y una especie de valor cívico que alienta en personajes cuyo callado sacrificio es el sostén verdadero de la historia. La novela fue traducida al inglés, portugués y turco.
Viene clareando es «la narración de un exilio interno» en palabras de Marcela Crespo Buitrón, Doctora en Filología Hispánica, es su trabajo publicado como parte de una investigación para el Conicet, Argentina, en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso” de la Universidad de Buenos Aires.
Viene clareando se inaugura con un golpe, el del cuerpo deshecho de Atilio Sandoval contra la vereda de la Fotia, el 23 de marzo de 1976, ante la mirada estupefacta de su novia Berta. La novela plantea así, desde sus inicios, una problemática que encontraba en la época de referencia un punto extremo de tensión pero que se prolonga hacia atrás en el tiempo, conectándose con las luchas revolucionarias del siglo XX en Latinoamérica (en la novela se alude a la entrega del Che Guevara a cambio de una “cabeza de chancho”), y más atrás aún, con la explotación y dominio de las poblaciones indígenas por parte del sistema colonial -explica Roxana Juárez en su artículo «Fronteras, formas del (des)arraigo y memoria en Viene clareando, de Gloria Lisé"-.
A partir de ese golpe inaugural, en la novela, la protagonista estudiante de medicina, novia del líder sindical asesinado, asume tras tal muerte, la generalizada postura de “simulada” indiferencia de gran parte de la población civil de ese momento. Siguiendo el derrotero de muchos que atravesaron situaciones similares, Berta decide huir de su ciudad natal hacia la de su madre, en La Rioja, iniciando así el periplo que, paradójicamente a sus objetivos de olvidar y escapar, constituye el encuentro con la memoria familiar y social, en la medida en que restituye historias negadas y voces silenciadas. Y ese periplo podría ser entendido como una forma de traspasar distintos tipos de fronteras (Juárez, 2018).