Los hombres querían que una hiciera aspavientos por deshacerse de bebés vegetales, por tomar drogas o por conducir un coche como un loco, y ¿por qué? ¿Para poder pavonearse con su maldad cruel y fanfarrona frente a la bondad apocada y almibarada de una? ¿Para poder finalmente ceder ante ti gruñendo y no tener que ser tan malo ni tan desconsiderado nunca más? Fuera lo que fuese, una se hartaba de ello.