Aparte de ese tipo de modificaciones, los informes eran idénticos y Bosch decidió que la investigación de homicidios continuaba básicamente igual que entonces. Por supuesto, se habían producido avances tecnológicos increíbles en los últimos treinta y cinco años, pero pensaba que había cosas que eran siempre las mismas y que no iban a cambiar. El trabajo de campo, el arte de interrogar y escuchar, de saber cuándo fiarse de un instinto o una corazonada. Esas eran cosas que no cambiaban, que no podían cambiar.