Nación Stasi

Justo al final de la cinta transportadora. La correa arranca la tierra que cubre la capa de lignito, y luego la vierte formando terrazas en ese lado de la mina.

Ese lago que fue en su día una mina a cielo abierto, para alimentar el hambre de lignito que tiene este país, ese lignito sucio que mueve nuestra industria, nuestras fábricas, que ilumina nuestras casas. Y que cubre la capital de un manto de niebla sucia que nos asfixia.

buscar la «cura» en los adultos, mediante cirugía. Y eso fue lo que les interesó a los estadounidenses. Me parece que la empresa contaba con el apoyo de personas muy tradicionales y religiosas, gente que creía que los homosexuales deberían arder en el infierno, ese tipo de cosas.

como un demacrado Trotsky: un hombre de otro tiempo, vestido con ropa pasada de moda, no ya de hacía una década, sino que casi parecía de los años treinta.

A lo mejor, se había fiado de lo que los ginecólogos le habían diagnosticado

Seguro que había sido también un héroe del Ejército Rojo, que salvó Alemania de los males del fascismo, del nazismo, y engendró de paso un hijo con una adolescente alemana.

¿fue uno de los ochenta mil soldados soviéticos muertos en la batalla por la toma de Berlín? ¿O había sobrevivido, para dejar luego embarazada a su madre y seguir con su vida como si tal cosa? Y si estaba vivo, ¿dónde se encontraba ahora?

la informó, al final, de que a su ayudante le habían encomendado por el momento otras tareas

ascenso, las nuevas responsabilidades al frente del recién creado departamento, todo podía acabar siendo un regalo envenenado.

Bautzen. La ciudad era una monada, en flagrante contraste con las dos horrendas cárceles que albergaba,