—Miras las cosas como humano, joven amo —dijo Ien con su voz sabia e indulgente—. Ves rango y distinción; intentas ordenar el mundo para que todo ocupe un sitio por encima de ti o por debajo. Para un seon, no hay encima ni debajo, solo aquellos a quienes amamos. Y servimos a quienes amamos.