Las rosas de mayo

Tu nombre era Jameson Carmichael, y Darla Jean era tu todo.

«Díganle a Maya que lo siento».

Señor MacIntosh, hace hora y media su hijo Desmond fue encontrado muerto en su celda.

Andamos por la vida con nuestras cicatrices, y a veces el dolor es tan real como el recuerdo.

—Las cicatrices se desvanecen —dice en voz baja—. No desaparecen. Esto no está bien. Vivimos con los recuerdos; ¿por qué tenemos que vivir también con las cicatrices?

Necesito no escuchar cómo jura que me ama.

No deberíamos tener que componernos si no queremos. No deberíamos tener que ser fuertes o valientes o tener esperanza ni ninguna mierda de esas. Mamá siempre ha dicho categóricamente que está bien no estar bien. No le debemos eso a nadie.

¿Cómo te reconstruyes cuando las piezas que se han perdido para siempre son las únicas razones que te hacen visible?

No sé cómo hacer nada de esto. Siempre estuve rota, y siempre estuve conforme con eso. Era lo que yo era.

—Yo perdí a mi hermana. Tus Mariposas se perdieron a sí mismas. Al menos eso es diferente.