Todo sistema cerrado está condenado a perecer: El principio vale por igual para el mundo físico y la vida social. Este libro identifica el mismo principio en relación con el discurso especulativo de India antigua, su horizonte de reflexión: una deidad que se niega al dinamismo y se empeña en subsistir con base únicamente en la nobleza de su abolengo, es presa fácil de la finitud lingüística y conceptual.