Para entenderlo, primero hay que sopesar la importancia de dos cuestiones: cómo ganamos el dinero y cómo lo gastamos. El dinero es sano si proviene de la puesta en práctica de nuestras facultades cuando damos lo mejor de nosotros mismos. Entonces genera una auténtica satisfacción a quien lo gana. Pero si se obtiene abusando de los demás, por ejemplo de los clientes o colaboradores, entonces genera lo que podríamos llamar simbólicamente una energía negativa. Los chamanes lo denominan la «Húcha», y esta «Húcha» corrompe a todo el mundo, pervierte las mentes y, al final, hace infeliz tanto al explotado como al explotador. Este último puede tener la sensación de que ha ganado algo, pero acumula en él esta «Húcha» que le impedirá ser feliz