Soy solo un cerebro

Significa que aunque en el mundo creado la consciencia, la mente y el cerebro se encuentran misteriosamente relacionados, también es posible ser consciente sin tener cuerpo. Es posible tener una mente sin tener cuerpo. Antes de que existiera nada físico, Dios ya existía. Y, como dijo Jesús, Dios es espíritu (Jn. 4:24).

No existe un patrón distintivo de actividad cerebral que apunte a la consciencia… Ni siquiera comprendemos del todo qué es la consciencia. Pero quizá haya un modo de dilucidarlo. ¿Y si rastreamos la consciencia hasta su origen?

otras palabras, la consciencia existe porque Dios existe. Somos conscientes porque Dios lo es. Dios es un ser pensante, sintiente, consciente, que también es relacional y desea extender la consciencia más allá de sí mismo, hasta las personas a las que ha creado.87

¿Y si nos abrimos a la posibilidad de que Dios exista? ¿Cómo nos ayudaría esto con el problema “difícil”? Supondría que una vez más podríamos considerar la consciencia como un elemento fundamental en el universo, pero de una forma distinta a la de nuestros colegas panpsíquicos.

En 2000, Eric Kandel obtuvo el premio Nobel de Medicina por su descubrimiento de que el proceso de aprendizaje induce a las células cerebrales a conectarse y a crecer.

Los problemas “fáciles” no son en absoluto sencillos; muchos científicos dedican su vida a esta investigación. Sin embargo, comparados con el problema “difícil” son triviales.

Los problemas fáciles tienen que ver con explicar algunas de las correlaciones entre la experiencia consciente y la actividad cerebral.

El problema “difícil” conlleva explicar la experiencia consciente. ¿Qué relación hay entre el hecho de que se activen las células cerebrales y “describir lo que supone ser tú”?

David Chalmers, profesor de filosofía en la Universidad Nacional de Australia, hace una distinción entre los problemas “fáciles” y “difíciles” de la consciencia.

MacDougall llegó a la conclusión de que sus pacientes pesaban en torno a 21 g. menos, o una onza menos, después de la muerte, y que ese debía ser el peso del alma.