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Ana María Shua

Temporada de fantasmas

  • Luz Mediehas quoted21 days ago
    Sueños de niños

    Si tu casa es un laberinto y en cada habitación Algo te espera, si cobran vida los garabatos que dibujaste (tan mal) con tiza en la pared de tu pieza, y en el living la cabeza de tu hermana ensucia de sangre la pana del sillón verde; si hay Cosas jugando con tus animales de plástico en la bañadera, no te preocupes, hijita, son solamente pesadillas infantiles, ya vas a crecer, y después vas a envejecer y después no vas a tener más sueños feos, ni te vas a volver a despertar con angustia, no vas a tener más sueños, hijita, ni te vas a volver a despertar.
  • Luz Mediehas quoted21 days ago
    El chico crece. Cada diciembre, con un lápiz de mina blanda, marcan su altura en la pared, detrás de la puerta del dormitorio. Hay otra marca, mucho más alta, que señala la altura del padre. El chico se esfuerza por alcanzar esa raya negra, se ahínca en el crecer como en una tarea peligrosa y constante. Un día no necesita medirse para darse cuenta de que es más alto que sus deseos. Pero ahora el padre está viejo, el hijo ya no tiene interés en alcanzarlo y sin embargo no puede detener esa carrera absurda que se arrepiente de haber empezado, lucha por frenar y es al revés, todo va tanto más rápido.
  • Luz Mediehas quoted21 days ago
    3. de la vida real

    Pelito

    Gabi se trajo del cementerio tres esqueletos casi completos. A uno de los cráneos lo llamamos Pelito, porque le quedaban algunos cabellos adheridos a la calota. Pelito sonreía siempre con esa gentileza obligada de las calaveras, que no pueden ponerse serias ni fruncir el entrecejo. Cuando Gabi dejó la carrera de Medicina, regaló Pelito a otro estudiante y recién ahí nos dimos cuenta de cuánto lo extrañábamos, del lugar que había ocupado en la familia. Lo que habrá sido su ausencia para los que lo conocieron en vida, con su carne, con sus ojos, preguntándose, como cualquiera de nosotros, por el misterio de su propia identidad
  • Patricia Suárezhas quotedlast year
    Los acon‍­te‍­ci‍­mien‍­tos del pa‍­sa‍­do son los que de‍­ter‍­mi‍­nan el pre‍­sen‍­te. Por ejem‍­plo, si tus pa‍­dres no se hu‍­bie‍­ran co‍­no‍­ci‍­do, hoy no exis‍­ti‍­rías
  • Mariana Nomáshas quotedlast year
    Filtro de amor

    Para hacerse querer, machacar en un mortero de plomo diez ojos de murciélago y una cabeza de mamba fresca hasta reducirlas a una pasta. Incorporar lentamente quince dientes de ajo crudo y disolver en bencina. Cuando la persona amada beba este filtro le crecerá de inmediato el labio superior hasta colgar por debajo de la barbilla, sus ojos perderán color, adquiriendo un aspecto protuberante, la nariz se le achatará a la manera de los cerdos, la columna vertebral, combada, formará una joroba, las articulaciones de las manos le quedarán rígidas y deformes, se le ennegrecerán los dientes y se enamorará perdidamente de usted.
  • Mariana Nomáshas quotedlast year
    El experto observador de fantasmas sabe que debe optar por una mirada indiferente, nunca directa, aceptar esa percepción imprecisa, de costado, sin tratar de apropiarse de un significado evanescente que se deshace entre los dedos: textos translúcidos, medusas del sentido.

    Se abre la Temporada de Fantasmas.
  • Tesahas quotedlast year
    En un cuento popular chamacoco (pueblo indígena del chaco argentino-paraguayo) una mujer tiene como amante a su caballo y muere al dar a luz un potrillo demasiado grande para su cuerpo. Hoy una cesárea la hubiera salvado. Así colabora la ciencia con el mal, que la naturaleza castiga.
  • Tesahas quotedlast year
    Por ejemplo, si durante el cretásico superior cierto plesiosaurio carnívoro no se hubiera comido los huevos que una hembra de triceratops desovó tontamente cerca de la orilla, quizás, vaya uno a saber, me seguirías queriendo.
  • Josué Osbournehas quotedlast year
    La peste de los recuerdos

    Quedan ensimismados, silenciosas las roldanas de los aljibes, endureciéndose la masa levada en las artesas. Los pájaros devoran los granos de trigo demasiado maduro y hasta los bebés se olvidan de llorar, recordando la oscuridad del vientre de su madre, el pezón en los labios.

    Nada se logra hablándoles de los placeres de la vida, pero a veces es posible persuadirlos de la necesidad de atesorar nuevos recuerdos.

    Entonces se ponen en movimiento lentamente y de a poco (los jóvenes primero, los muy viejos nunca más) comienzan otra vez a vivir sólo para darle gusto a la memoria, como todos los hombres.
  • Samirahas quoted2 years ago
    Otro pacto con el diablo
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