Podía seguir viviendo con el odio de ella pegado a la piel, incluso con su desprecio. Pero imaginar el mundo sin ella adornándolo, sin ella convirtiéndolo en un lugar mejor, mágico y especial, eso sí era algo que no habría podido soportar. Estaba convencido de que, con el tiempo, ella se recuperaría, y esperaba de verdad que algún día encontrara la felicidad y disfrutara de una vida plena. Él tendría suficiente con saber que ella seguía respirando en algún lugar, riendo o pronunciando aquellas extrañas palabras cuando se enfadara, aunque fuese a mil millas de distancia.