Madre Eufrosinia La guía del nuevo catarismo
La anciana Eufrosinia está glorificada por los cielos con las reliquias que emanan el mirró. Es un pergamino vivo desde el cielo, la custodia insuperable de los misterios del camino espiritual.
Es una madre amante, bondadosa y sensible. En el libro están reunidas sus inapreciables instrucciones espirituales sobre los secretos del ascenso por la escalera del camino espiritual.
Eufrosinia conquista en seguida, cautiva instantáneamente el corazón de sus discípulos, es madre amante, bondadosa, delicada, es toda un palpitar sagrado, un fervor ardiente, un corazón encendido. Y exteriormente podría parecer una pordiosera, una vagabunda, acosada y despreciada.
Vivía según otras leyes — las celestiales. Dios la envolvió en los atuendos imperecederos, que llenó con el mirró. de Sus heridas divinas.
“¿Me pegué a ella y me encendí y me agoté y caí, y no pude convertirme, al volverme después de la conversión, en un niño de tres abriles… y la madrecita cérea se hizo para mí igual de hermosa que el Salvador para Juan el Bautista. El bautismo con su fuego se dejó ver literalmente en todo lo que tocaba.
Mi asombro interminable era más allá de los límites: ¿Por qué, pues, nadie ve a esta santa viva?” Nació en el lejano 1916, según el tiempo terrenal. Su padre, Nikífor, era subteniente del ejército del Zar. Compasivo, bondadoso, benévolo. Tenía el corazón tierno. A menudo lloraba por las noches. Rezaba largo rato. No aceptó ni los tiempos de Kerenski, ni el estalinismo y rechazando al dragón rojo se aisló, se encerró. A su cargo tenía ocho niños. Los comunistas le quitaron la casa y echaron a su familia a la calle. En un mismo día, tres veces lo condujeron al fusilamiento, y regresó. Lo dejaron vivo gracias a los niños, pero saquearon la casa sin dejar nada. Después de las tentativas de fusilarlo, el padre se volvió salvaje, no se comunicaba con nadie, se iba al bosque, rezaba. A Eufrosinita a menudo la acariciaba, la apretaba contra su corazón y lloraba. A ella le confió su corazón.
Cuando ella tenía dieciocho años tuvo la primera llamada divina. Y teniendo veintiocho años escuchó en sueños la misma voz del Salvador Dulcísimo: “Hijita mía, eres desdichada sólo porque no tienes fe en Dios. Reza al Padre Celestial y Él regresará a ti.” Le estaba prohibido ir a la iglesia. Alrededor estaba la satanografía, los koljós, las comunas, las construcciones, los “quinquenios”, el ateísmo, todo esto era ajeno y odiado por Frosia. Comenzaron las enfermedades: anginas, agravamiento del corazón, hidropesía, hipertonía, tiroides, riñones, hígado, reumatismo, poliartritis — y a la vez, el escudo del Señor.
Juan de San Grial heredó de la anciana los sellos recónditos del camino espiritual. “En la base de nuestra fe está el Amor Divino. Quien lo conoció es bienaventurado” —enseña Eufrosinia. Y he aquí algunas de sus enseñanzas:
Lo principal es hallar un maestro de la fe verdadera, un ungido del Espíritu Santo. Anhela la perfecta pureza a través de la purificación completa del pecado. Aprende a aceptar los dolores, la injusticia, la calumnia, no como castigo por el pecado, sino como una preparación misteriosa para la Cena Nupcial. Si el amor no se multiplica, el camino es en vano y todas tus hazañas sirven de tentación.
Reconoce tres grandes misterios:
—El misterio del cielo: el hombre vino del cielo y volverá al cielo.
—El misterio del hombre: por muy bajo que caiga el hombre, en él permanece el potencial inagotable de la perfección.
—El misterio de la tierra: en la tierra, en medio del sufrimiento y del dolor se puede entrar en un amor perfecto.
No pidáis nada a Dios, excepto el don del Espíritu Santo. Nada pidáis a la gente, excepto la oración. La vida con Dios es una alegría absoluta. En las postraciones -volar. En el ayuno —emanar fragancia. En la oración —elevarse. En las fuentes —resplandecer. En los dolores —alegrarse. A los enemigos —vencer con el amor.