De hecho, las plantas con flores revelan, en este punto, una curiosa particularidad: cada grano de polen origina, en el extremo de su tubo, dos espermatozoides, que realizan dos fecundaciones. La fecundación clásica, que produce al cigoto, pero además una fecundación en la cual intervienen tres, en que dos células del tejido femenino se combinan con el otro espermatozoide para formar un huevo suplementario. El huevo clásico, el cigoto, origina el embrión, y el secundario, el tejido nutritivo para alimentarlo en el momento de su crecimiento, en la germinación.