Me divorcié de un hombre bueno,
tenía un puesto importante,
respeto y admiración por mucha gente,
títulos pegados en la pared,
de los mejores sentidos del humor en las reuniones,
pero en casa mi admiración ya no tenía,
la educación la olvidaba,
conmigo no reía,
yo era su sirvienta,
su enemiga, su objeto,
tantas cosas,
pero no su esposa.