Cuando los pueblos van errados; cuando o cobardes o indiferentes cometen o disculpan extravíos, si el último vestigio de energía desaparece, si la última, o quizá la primera, expresión de la voluntad guarda torpe silencio, los pueblos lloran mucho, los pueblos expían su falta, los pueblos perecen escarnecidos y humillados y despedazados, como ellos escarnecieron y despedazaron y humillaron a su vez.
La idea no cobija nunca la embriaguez de la sangre.
La idea no disculpa nunca el crimen y el refinamiento bárbaro en el crimen.