El 26 de marzo de 1869 un grupo de entrerrianos reclutados compulsivamente por Urquiza y enviados a reforzar los regimientos de línea al oeste de la provincia de Buenos Aires, trataron de escapar y fueron fusilados en Loncogüé por orden del presidente Sarmiento, sin juicio previo y sin sentencia judicial alguna.
Gracias a los celos e intereses que enfrentaban a Bartolomé Mitre con el presidente, el hecho llegó al conocimiento público, sobre el que tuvo un profundo impacto. La Nación Argentina lo describió como un acto «atroz, inaudito, único en la historia del derecho militar».