Como es lógico, en la actualidad, la respuesta al estrés que se pone en marcha en nosotros no es tan intensa como cuando uno se enfrenta a un león; no obstante, suele durar más tiempo, a veces varios meses o años. Y resulta muy probable que el eje HPA no esté concebido para mantenerse activo de forma tan prolongada. El torrente excesivo de hormonas del estrés puede conducir a que el cerebro deje de funcionar bien, y a que este pase a estar de manera constante en «modo lucha o huye»; es decir, relegando a un segundo plano toda actividad que no tenga que ver con atacar o salir por piernas. Esta vendría a ser su lógica:
¿Dormir? Puedo dejarlo para más tarde.
¿Digerir la comida? Puedo dejarlo para más tarde.
¿Reproducirme? Puedo dejarlo para más tarde.