Íntimamente distantes: servicio doméstico y diferencia social

Dificultades para garantizar el sustento diario

han dejado marcas que se expresan en sus dimensiones física y emocional. En este sentido, la distancia social entre las empleadas y empleadores domésticos está marcada por los diferentes procesos de violencia que operan en diferentes dimensiones de las desigualdades sociales.

La posición social de estas tres mujeres está condicionada por la falta de oportunidades, ligadas a la falta de recursos económicos, sociales y culturales, que a la vez se articulan registros de distintos procesos de violencia, algunos explícitos, otros poco visibles, pero que

Rosaura acepta su condición como lo que está determinado a pasar (violencia simbólica). A partir de su trayectoria, entiendo cómo los efectos de las violencias pueden llegar a permearse unos sobre otros “reproduciéndose no solo a sí mismas sino también a las estructuras políticas de desigualdad que las fomentan y las impulsan” (Bourgois, 2009, pp. 29-32). Los efectos de la violencia estructural en la dimensión física en la trayectoria de Rosaura articulan otros registros de violencias.

A veces me dan ganas de irme yo un fin de semana sola por allá a pasear. A caminar, a… ¿sí me entiende? ¡Yo a veces pienso mi vida como una porquería! [llanto profundo]… yo me quiero ir pero no sé a dónde. Yo ya no aguanto más, no aguanto nada. O sea, no me hallo.
O sea, yo estaba feliz, contenta, porque yo dije: bueno, yo trabajo los sábados y me coloco a estudiar. O sea, yo tenía proyectos, ¿sí me entiende?... yo quiero traerme a mis hijos para acá. Hacer una vida con ellos acá, mi hermana que haga la vida con su marido. ¿Sí me ­entiende?, ¡Yo quiero tener mi vida, mi propia vida!, ¿sí me entiende? O sea, qué yo diga, por ejemplo, Alexis ya sale del colegio, va a ser bachiller… ¡como tener algo!… es como eso. Si han podido mujeres, porque han podido… ¡¿Por qué yo no voy a poder?! ¿Sí me entiende?, ¿o no?, ¿o usted qué opina? (Rosaura, entrevista, febrero 2015).

¡Ay pero es que se siente uno como la mujer más poquita cosa pa’ todo!, se siente uno tan poquita cosa… [Llanto profundo]. Porque a veces me siento sola, a veces me siento como que no me hallo. Pero yo sé que es por tanta pendejada que ha pasado. ¿Sí me entiende? Qué una vaina, qué la otra, qué esto, qué lo otro. Entonces a mí eso me baja la autoestima, a mí eso me coloca una cosa horrible… se coloca así como que depre… ¿cómo se dice?... deprimida

Si bien ser empleada doméstica también le ha generado muchas insatisfacciones, percibe que este oficio hace su vida mucho más llevadera. Ese día me confesó que una de sus mayores frustraciones en la vida consiste en no haber podido darles una casa a sus hijos, pero le resulta más doloroso no haber estado a su lado para verlos crecer

Cuando separaron a Mirta de sus padres, ella sintió que quedó expuesta al maltrato y la violencia intrafamiliar en la casa de su tío.

En algún momento de su vida llegó a sentir que era una carga para sus padres. Ella piensa que fue bueno haber vivido en Medellín, porque, además de estudiar en el colegio sin tener que trabajar al mismo tiempo, su tío le pagó un curso para aprender inglés. Siente gratitud hacia ellos pero también siente resentimiento porque cree que de alguna manera se aprovecharon de ella cuando era niña. Recuerda que una noche golpeó a su abuela con una olla en defensa propia por haberse negado a prepararle comida a las dos de la mañana

esa decisión por su bienestar, Mirta guarda la sensación de haber sido abandonada