“Al pergeñar estas líneas no me mueve otro deseo que el de buscar la verdad. Con humildad y mansedumbre someto lo aquí expuesto al supremo magisterio de la Iglesia y al escrutinio de sus doctores. Si en algo yerro o me aparto de la verdad, desde ahora rectifico y donde digo digo estoy dispuesto a decir Diego. Como fiel hijo de la Iglesia comulgaré con ruedas de molino cuantas veces fuera necesario. Aunque conozco el consejo de San Francisco de Quevedo: «Esas cosas, aunque sean verdad, no se han de decir», prefiero seguir a San Juan: «La verdad os liberará» (Jn. 8, 32) antes que a San Quevedo, por más que sienta pareja veneración por entrambos.” De esta manera irónica, irreverente y desenfadada, aunque rigurosa y documentada, nos cuenta Eslava Galán la historia del catolicismo desde sus orígenes. Que la disfruten.