Nuestras vidas siempre están llenas de asuntos que nos apremian. Tenemos tanta prisa que nunca hay tiempo de sacar todo lo que tenemos dentro, para reflexionar y juzgar lo que nos pasa, para hacer experiencia de lo acontecido, de las decisiones acertadas y erradas. Así no aprendemos tanto como podríamos y, además, por este y otros motivos, nuestras sociedades «desarrolladas» están generando millones de personas solas con apariencia de acompañadas, millones de seres incomunicados