En Vilavedra, una capital varada frente al océano, el tiempo parece estancado. Y, sin embargo, ni siquiera en un lugar así el pasado puede quedar atrás. Juana, testigo durante décadas de las pasiones ocultas de los Ulloa, recuerda al viejo conde de Gondomar y patriarca de la saga, que sintió una pasión terrible por una mujer que no era la suya; a sus hijos Rafael y Jacobo, abocados a vivir separados por la distancia de un océano y, sobre todo, recuerda a la joven Laura, elegida por el destino para cumplir sus designios.