¡Qué ignorantes de sus propias desgracias aquellos para [20 ] quienes la muerte no merece ser alabada ni deseada como el mejor hallazgo de la naturaleza, bien sea que culmina la dicha, bien que aleja los quebrantos, bien que pone término al hastío y al cansancio del anciano, bien que se lleva en flor una vida juvenil, mientras se esperan cosas aún mejores, bien que reclama a la infancia antes de otros pasos más decisivos: final para todos, remedio para muchos, deseo para unos cuantos, por nadie más agradecida que por aquellos a quienes acude antes de ser invocada!