Tienes en tus manos un librito de relatos breves que no necesita mucha tinta para sumergirte en un universo onírico lleno de curiosos recovecos y no exento de pesadillas.
Un universo inexorable donde encuentran su destino habitantes tan diversos como el adivino y el adivinado, el tuberculoso, el Narciso 2.0, una colonia de robots, Saturno vegetariano, el escritor fracasado, el suicida fracasado…
Un universo cáustico, con olas de humor negro y tiempo que atacan castillos de arena condenados a desaparecer.
Un universo de lo cotidiano, en el que estamos a un vaso de horchata de hacernos viejos; un universo que podemos encender con una simple caja de cerillas del zoco de Marrakech.
Un universo tierno, a pesar de todo, protegido por una sólida bóveda celeste. De Guastavino, por supuesto.