l ser humano trata a su cuerpo como un instrumento, cuando debe considerarlo como un templo. Para ser madres, se requiere de amor y de amar. Si no lo haces, no transformas este mundo, lo contaminas más. La energía en sus niños es poderosa, constante, disciplinada, obediente, vital, pura, de luz incandescente, sanadora, llena de amor. Depende de ustedes como padres que ésta se mantenga. No los descuiden. Abrácenlos, bésenlos, escúchenlos, compréndanlos, ámenlos y todo aquello que pueda elevar su Ser. Si hacen lo contrario, ¿qué crees que sucederá?”.
No podía más; ¿Qué estamos haciendo? ¿Esto realmente está pasando?. Comenzaron las visiones nuevamente. Niños que miraban muy concentrados y, espalda con espalda, sus padres concentrados con otras personas. “No hay buen futuro con personas así. Debemos traer seres de luz que puedan orientar y decidir sanar la tierra”. Hay tanta bulla en el exterior que muchas veces suelen mirar muy alto; porque aspiran a mucho de lo que ven allí; olvidando que en la base está lo que realmente deberíamos ver, apreciar y valorar”. Me mostraban a agricultores, técnicos, niños y niñas, profesores, lo que existe en la base del todo y que permite que ese “alto” exista y se construya.
Si creen que allí terminó todo, pues no. Vino lo peor. De manera inevitable comencé a llorar, y sentí que tenía el dolor de todas las madres que han perdido un hijo. Una ira profunda, más que tristeza. Con