Ahí está, protegiéndose la boca con la mano en un gesto estático, de atención ante lo que no podía modificar; ahí estoy yo, respirando fuerte o pasando las páginas con furia, o mirando al vacío. Una vez superada la furia, o el fastidio, o la incredulidad, el bloque se empieza a resquebrajar y aparecen los estratos, uno por uno. Hay cosas que viven solo así, como convicciones que solo se entienden si se convierten en escena, si se les da un tiempo, una contextura física, una duración que pasa por el cuerpo. Es cierto que estoy en la cola y que demoro demasiado; es cierto que se ha publicado algo o se ha convocado a algo o se ha promocionado algo que me parece inútil, o imposible