—Órdenes muy dulces para un esclavo de cama. —La mente del más alto se deleitó con el tema mientras el otro gruñía sin comprometerse en la respuesta. —Imagina lo que sería subir las piernas del Príncipe.
«Me imagino que sería muy parecido a acostarse con una serpiente venenosa», pensó Damen; pero se guardó la idea para sí mismo.