Se hacía llamar Peregrine y, como el halcón, era un hombre salvaje y libre, extremadamente atractivo, fabulosamente rico, y deslumbrantemente seductor que, procedente de Oriente Medio, se había abierto paso en la sociedad victoriana con decisión. Pero su único deseo era vengarse de Charles Weldon, un desalmado propietario de burdeles que, tiempo atrás, se había convertido en su enemigo. Y el plan de Peregrine no puede ser más diabólico: primero, seducirá a Sarah, la prometida de Weldon y, después, acabará con él… Antes de lo que él cree se verá en una encrucijada: tendrá que escoger entre regir su vida con los principios de la venganza o del amor…