Velik, el señor de la guerra atlán, se aferra a la cordura por un hilo. Con la fiebre de apareamiento que le consume, su bestia lucha con él a cada instante, porque necesita cazar, matar, encontrar a su compañera o bien rendirse a una muerte gloriosa en batalla. Entonces, se ofrece como voluntario a una misión tan peligrosa que sabe que no regresará.
A la espera de la misión, se siente perdido. Intenta distanciarse de aquellos a quienes su atormentada bestia podría destruir. Su suerte está echada… hasta que percibe un aroma femenino y ve el rostro de ella. En cuestión de un instante, la bestia sabe que la mujer humana le pertenece a él y a nadie más. Sin embargo, ninguna bestia ha reclamado una compañera para luego abandonarla.
Si sobrevive a la misión, le suplicará perdón. Tiene que vivir. Debe regresar con ella, aunque sospeche que los mismísimos dioses le quieren muerto.