Bajó los ojos de cabra hacia Xio y agregó–: Buen trabajo, mi muchacho.
Teo respiró ahogado. ¿Mi muchacho? Muchas cosas encajaron al mismo tiempo: que Xio no tuviera los poderes de Mala Suerte, que no dejara de perder en las pruebas, que hubiera brotado sangre negra de la palma de su mano.