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Roger Bartra

El duelo de los ángeles

  • Anahas quoted9 hours ago
    Toda persona que no acepte el ideal ético —creía Weber— incurre en culpa hacia el orden superior que preside toda moral social. En consecuencia, el goce sensual no debe ser un fin en sí mismo, ni siquiera en forma de un erotismo estéticamente sublimado. Cualquiera que eluda su «deber» puede volverse frívolo o brutal. El origen kantiano de estas ideas es evidente; el propio Weber afirmó con razón que Kant se había acercado mucho al ascetismo protestante y a la ética puritana típicas del espíritu capitalista.5 Lo propio hizo Max Weber, que es descrito por su esposa
  • Anahas quoted9 hours ago
    En ese ambiente social, Weber se confrontó directamente con el hedonismo y con la locura, dos dimensiones de la vida que además lo afectaron personalmente de manera profunda y duradera. Sin embargo, como veremos, este hecho dramático, lejos de enriquecer su visión, le ocasionó una singular ceguera que le impidió reconocer que el erotismo y la melancolía, peculiares formas de la ética pagana, formaban parte del espíritu del capitalismo.
  • Anahas quoted9 hours ago
    El doctor C. G. Jung había extendido un certificado que permitía a la policía de Berlín arrestar al rebelde. Max Weber ayudó incansablemente a la esposa de Gross a defender sus derechos maternales.
  • Anahas quoted4 days ago
    En esos mismos años otro gran creador alemán encontró las llaves que abrían la puerta de la melancolía y las dio a conocer bajo la forma de una de las más sorprendentes piezas musicales que se han escrito: el movimiento final del cuarteto opus 18, número 6, de Beethoven, compuesto en Viena entre 1798 y 1800. Beethoven no solía dar nombres a los movimientos de sus obras, pero en este caso hizo una excepción y le puso un título en italiano: «la Malinconia». Hoy podemos penetrar en ese mundo oscuro que intuyó Kant si escuchamos ese movimiento.
  • Anahas quoted4 days ago
    Ya viejo, Kant leyó con enorme interés un libro que divulgaba «el arte de prolongar la vida humana», escrito por Christoph Wilhelm Hufeland y titulado Makrobiotik. Kant pasó toda su vida obsesionado por la salud y por las funciones de su cuerpo; deseaba intensamente vivir muchos años y retardar lo más posible su inmersión en la eternidad. El libro de Hufeland menospreciaba la teoría humoral y la mecánica nerviosa para, en cambio, resaltar los principios vitalistas. Kant seguramente se reconoció en los síntomas de la melancolía descritos en Makrobiotik, propios de hombres tenaces de carácter profundo, con emociones fuertes que no se externalizan y una baja excitabilidad que provoca que los estímulos más fuertes no penetren fácilmente, si bien una vez que dejan su impresión ésta es difícil de borrar o revertir; son personas de intensa vida interior,
    tristes y poco susceptibles a la alegría y la convivencia, amantes del silencio, la autocontemplación y la soledad. En cuanto terminó de leer el libro, Kant le escribió a Hufeland para alabarlo y explicarle que él mismo, por tener el pecho hundido y estrecho, siempre había sufrido una predisposición natural a la hipocondriasis. Kant le confesaba que esta predisposición le provocó, en sus años mozos, un disgusto por la vida, que logró superar al considerar que las causas podrían ser solamente mecánicas: «aunque sentía mi pecho pesado y lleno, no obstante mi cabeza estaba clara y alegre, y esta alegría no dejaba de comunicarse en sociedad, no con arranques y sobresaltos, como es usual en las personas hipocondríacas, sino en forma natural e intencional».
  • Anahas quoted4 days ago
    Habría en el arte moderno una obsesión kantiana por la impotencia de la facultad de presentación: la Darstellungsvermögen que los traductores decimonónicos de Kant al castellano tradujeron como la facultad de exhibición, una expresión inquietante que me gusta para aludir al espectacular combate de la imaginación contra la razón. La lucha enfrenta a una imaginación que sufre una repulsión violenta al no poder perseguir la razón, que, atraída, escapa hacia los espacios gozosos e inalcanzables de las ideas infinitas, absolutas y totales.
  • Anahas quoted4 days ago
    El tema de la locura melancólica o hipocondríaca —un tema que colinda con el lado oscuro del hombre— es abordado en la Antropología de una forma ciertamente pragmática e incluso coloquial y popular. Ahora divide las enfermedades del alma, vistas como defectos de la facultad de conocer, en dos grandes géneros: la «enfermedad de los grillos» y la perturbación mental. La primera es, propiamente, la hipocondría, y su nombre popular proviene, explica Kant, de la analogía que tiene con el ruido estridente de un grillo en el silencio de la noche. No podemos menos que recordar que el propio filósofo no soportó el ruido, no de un grillo sino del gallo de un vecino, cuyo quiquiriquí interrumpía sus meditaciones: como el vecino no quiso venderle el gallo a ningún precio, para ser sacrificado en aras del silencio, Kant simplemente se mudó de casa. «El hipocondriaco es un cazador de grillos (fantasta) de la más lamentable especie —escribe Kant—, obstinado en no dejar de hablar de sus imaginaciones», obsesionado por dolencias corporales inexistentes, o provocadas por flatulencias que generan preocupaciones excesivas sobre acontecimientos exteriores. El hipocondriaco se acerca a la locura con sus raptos o súbitos cambios de humor, los arrebatos que lo llevan al suicidio, su miedo a la muerte y las ilusiones de un «pensamiento profundo» que produce una especie de melancolía (Tiefsinnigkeit). El «cazador de grillos» cuya imaginación desborda las leyes de la experiencia es un fantasta que sueña despierto; y si lo hace presa de la emoción, se convierte en un entusiasta. También habla de un «gusano», que define como una melancólica confusión del sentido interno.
  • Anahas quoted4 days ago
    La locura melancólica estaría, pues, ubicada en una inquietante sexta esfera, una esfera que alberga un submundo oscuro donde la imaginación domina por completo a la razón. En este punto es conveniente recordar la importancia que Kant le dio a las «representaciones oscuras», como llamó a todo aquello de lo cual los hombres no son conscientes: «En el gran mapa de nuestro espíritu —escribió en la Antropología— sólo unos pocos lugares están iluminados». Kant publica esta sentencia ya viejo, en 1798, cuando aparece uno de sus textos a la vez más fascinantes y menos apreciados. La Antropología en sentido pragmático es una obra encantadora que se propone, en un apretado resumen, exponer las reglas de conducta que se desprenden de su filosofía crítica. Para ello Kant abre su sistema a la cultura y a las costumbres en las que estaba inmerso, y deja no sin ingenuidad que la vida cotidiana invada su obra.
  • Anahas quoted4 days ago
    En el verano de 1792 Kant escribe una carta al príncipe Alexandr von Beloselsky que, además de ser interesante por presentar una síntesis de todo su sistema crítico, permite comprender la ubicación de la locura en el esquema global de su pensamiento. Explica que hay dos grandes áreas de la representación innata: el pensamiento y la percepción. El pensamiento contiene tres esferas: la primera es el entendimiento, la segunda es el juicio y la tercera es la razón. El entendimiento es la facultad de construir conceptos; el juicio es la facultad de aplicar concretamente estos conceptos; y la razón es la facultad de deducir lo particular de lo universal, de acuerdo a principios. Cuando estas tres facultades se integran en un sistema —que es lo que hizo Kant en sus tres Críticas— estamos ante la esfera de la filosofía. En cambio, cuando las tres facultades se integran en la intuición (y especialmente a su componente más esencial, la originalidad que encarna en la imaginación), entonces constituyen la esfera del genio. Señala que la imaginación es un poder que no respeta las reglas obedientemente, sino que pretende crearse a sí mismo, como en el caso de las bellas artes. Kant concluye su carta con una advertencia que muestra que no ha olvidado la locura y que le da una gran importancia: «De esta manera puedo descubrir cinco esferas. Si al final la imaginación se aniquila a sí misma, por una actividad caprichosa, se convierte en tontería común o en un desorden nervioso; cuando la imaginación escapa de la regla de la razón e incluso intenta subyugarla, el hombre abandona la esfera humana y desciende a la esfera de la locura y de los fantasmas».
  • Anahas quoted4 days ago
    La melancolía sublime de Kant es, en realidad, el espacio propio de lo mítico y lo sagrado. Pero aquí el círculo de lo sagrado es dibujado con tintas profanas y lo irracional se expresa en forma no religiosa, de manera ilustrada y filosófica. El propio Cassirer reconoce implícitamente este hecho cuando afirma que todas las teorías pretenden hallar el origen de lo mítico en ciertos estados o experiencias psíquicas, principalmente en los fenómenos oníricos o en la contemplación de los hechos de la naturaleza, como los objetos astronómicos o los aparatosos procesos meteorológicos (tempestades, relámpagos o truenos).
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