La espantosa intimidad de Maxwell Sim

Porque tienes toda la razón en que las cosas que escribo no son objetivamente «verdaderas», en el sentido literal del término. Pero lo que me gusta pensar es que hay otra clase de verdad..., más universal... Mmm..., perdona, ¿adónde te crees que vas?

Y procura no enfadarte con la gente que cree que te conoce mejor de lo que tú te conoces a ti mismo. Su intención es buena.

me habían enseñado que aún vivíamos en una época donde hasta la organización más innovadora y bienintencionada podía verse doblegada por poderes mucho mayores

tiene un talento natural para los silencios.

tal como he llegado a descubrir estas últimas semanas, internet es algo que levanta barreras entre las personas en la misma medida que sirve para conectarlas entre sí.

en un momento en que parecía que las personas estaban perdiendo la capacidad de relacionarse las unas con las otras, a pesar de que la tecnología inventase cada vez más formas que supuestamente lo facilitaban...

«Aquí yace Maxwell Sim, la persona más innecesaria jamás nacida».

Aunque, no sé, puede que las cosas ya hubieran ido demasiado lejos en ese momento. A lo mejor lo que deberías haber hecho ese día, cuando te diste cuenta del lío en que te habías metido, en vez de ponerte a escribirlo todo y de intentar buscar una salida tú solo..., a lo mejor deberías haber usado la radio, y establecer contacto con tu mujer de alguna forma. Seguro que te hubiera dicho que dieras la vuelta y regresaras a casa.

Somos como esos «seres cósmicos» en los que Crowhurst pensaba que iba a convertirse todo el mundo. Incorpóreos. Demasiado buenos para el mundo material. De hecho, pegamos tanto que te quiero preguntar una cosa. ¿Te casarías conmigo?

–Ya te lo he dicho más veces –dijo–. Tienes los pies demasiado en la tierra, Harold. Te hace falta adquirir un punto de vista más espiritual. No te conviertas en uno de esos mortales insignificantes que habitan el mundo material. El mundo donde la gente se pasa la vida haciendo cosas, y luego comprándolas y vendiéndolas y usándolas y consumiéndolas. El mundo de los objetos. Eso es para la chusma, no para los que son como tú y yo. Estamos por encima de eso. Somos alquimistas.