Big Bang Estallido social 2019

El chileno que protesta y acalla las voces de los inversionistas y cambia la agenda política generando proyectos sociales que impactan negativamente a la bolsa se perjudica a sí mismo en su pensión. No puede tener conciencia de clase de inversionista, porque no lo es. Pero no puede tener conciencia de clase en contra de los inversionistas, porque sí lo es. Y está obligado a serlo.

Y he aquí nuestra tesis. En escenarios de esta desarticulación normativa y sin imágenes de mundo que convocar, la sociedad busca generar el espacio de disputa y conflictividad, pero entendiendo que debe discriminar. Se debe depositar el malestar en un enemigo, pero no hay claridad de ese enemigo, no están los reyes. Se sabe que la política no vale mucho, que no tiene realmente todo el poder o que ni siquiera tiene un poco de él. Entonces, se debe buscar al poderoso. Y esa búsqueda es un entramado cognitivo y político, psicológico y cultural; es una búsqueda que en su proceder solo incrementa el odio. Hay que hacer visible lo invisible. Es la búsqueda de un histérico, es la búsqueda de un desregulado.

El habitante del entramado económico habita en una sociedad presentista y orientada a la positividad, pero resulta que la fuerza que rige parte importante de su vida material es invisible e incomprensible. Un dios poderoso, sin moral alguna, insensible y que no oye es su contraparte. No hay conciencia de clase, solo hay agobio y temor.

La economía que vemos no es la verdadera. Y de la verdadera no solo no vemos, sino que tampoco entendemos. Parte importante de las variables claves de la economía y del futuro de las personas se juega en un espacio que carece de materialidad o que, al menos, no tiene una materialidad visible para las personas que habitan una sociedad. Una variable central para comprender el presente y el futuro es el sistema financiero: banca, bolsa de comercio, activos financieros en general. La economía real es cada vez más pequeña en proporción al tamaño de la dimensión financiera. Esto implica que hay una realidad muy poderosa y estructurante de la vida económica que es prácticamente invisible para los ciudadanos y que, cuando es visible, solo lo es en el contexto del consumo (como medio de pago o crédito) o como presión financiera sobre la economía familiar en la cobranza. La complejísima trama de la vida financiera, sin embargo, carece de representación simbólica.