La sucesión de gigantescos cataclismos geológicos que transformaron el clima de la Tierra se había iniciado sesenta o setenta años atrás. Una serie de tormentas solares, violentas y prolongadas, provocadas por una inestabilidad repentina del Sol, había ampliado los cinturones de Van Allen y había debilitado la atracción gravitatoria terrestre que retenía las capas exteriores de la ionosfera. Cuando estas capas se desvanecieron en el espacio, dejando a la Tierra sin protección contra las radiaciones solares, la temperatura empezó a subir regularmente, y la atmósfera recalentada se expandió hasta alcanzar los límites de la ionosfera.