son muchas, muchas, las fuerzas sociales que impulsan al pequeño, al adulto y al anciano a comportarse como persona de uno u otro sexo. Las fuerzas del entorno alteran también la secreción de neurotransmisores del cerebro, la subida y bajada de hormonas, y hasta la actividad de los genes, modificando sutilmente la biología y la conducta en el transcurso de nuestras vidas