Alcohólico y cocainómano, Dimitri Verhulst teme seguir los pasos de su padre, otro borracho terminal muerto de cáncer prematuramente. Esa espada de Damocles, esa predisposición a la adicción y al cáncer —ese bulto en la garganta— que es la senda de su progenitor, lo acompaña constantemente, por todas las habitaciones de hotel solitarias y ferias de libro de medio mundo, saltándose noches de sueño en aseos de bares por los que pasa coleccionando fracasos, esnifando y bebiendo hasta vaciarse. Cuando descubre que Hollywood es un barrio de chabolas para ricos, ya no queda nada más que decir.
Con un nihilismo que busca el cero absoluto, Verhulst persigue, escribiendo, el origen de sus pulsiones, algo que solo al final de este libro descubrirá y que, quizás poniéndolo por escrito, consiga exorcizar y así salvarse.