Bueno, aunque aquello no fuese un golpe territorial, aunque se tratase de una matanza religiosa o de un ajuste de cuentas entre tribus, nadie dejaba tirados cincuenta kilos de marrón[8] en bruto de primera clase, ni unos fusiles de asalto en perfecto estado, ni unos valiosos trofeos personales, como relojes, reproductores de minidisc y localizadores GPS.