estar en contacto con sus padres, bien siendo especialmente buenos y formales, o bien llamando la atención con su comportamiento destructivo, sus ataques de ira, provocaciones o enfados.
Reniegan de sus propias necesidades y reproducen los mecanismos de supervivencia de sus padres. Reprimen sus sentimientos y no se dan cuenta de realidades evidentes.
Se esfuerzan más y más en querer a sus padres a pesar de todo, hasta llegar al abandono total de sí mimos.
Se ponen enteramente al servicio de sus padres para garantizar su estabilidad psíquica.
El bienestar de sus padres, de la relación entre ellos y, a menudo, de toda la familia se convierten en su principal preocupación y, a cambio, asumen la limitación de sus propios impulsos vitales. Se sienten más identificados con los problemas de sus padres o familiares que con los suyos propios. Para ellos el amor significa un sacrificio permanente.
Se empapan incluso de los traumas de sus padres, como si fueran sus propios traumas y como si de este modo pudieran librar a sus padres del peso de la vida. Las angustias de la madre o la tristeza del padre se vuelven más importantes que sus preocupaciones y sus necesidades como niños.
El niño puede incluso n