Escúchame. El mundo…, ¿cómo te lo explico? No hay un solo mundo. Ese mundo único, cómodo, que todos interpretamos de la misma forma no existe en ninguna parte. Puede parecerlo a veces, pero solo lo parece, nada más. Todos vivimos en mundos completamente distintos. De principio a fin. El resto solo son combinaciones entre estos mundos.
—Eso es lo que tú… —empecé a decir, pero Momose me interrumpió.
—Y, en estas combinaciones, lo que pasa en nuestro lado y lo que pasa en el tuyo, a simple vista, puede parecer que está conectado, pero no hay absolutamente ninguna relación. Por ejemplo, mira lo que decíamos antes. Tú, hasta hace un rato, creías que la causa del acoso eran tus ojos. Pero, según mi punto de vista, una cosa no tenía nada que ver con la otra. El maltrato que recibes y que a ti llega a quitarte el sueño, para mí es algo sin importancia. No me remuerde la conciencia en absoluto. No le doy vueltas. Para mí, ni siquiera es maltrato. Y eso no se limita a ti y a mí. Si te lo piensas bien, funciona igual para todo el mundo. Las cosas nunca van como nos gustaría. ¿O no? No hay ninguna relación entre lo que uno piensa, o desea, y el mundo, ¿sabes? Cada uno intenta arrastrar a los demás dentro de su propio sistema de valores y así va tirando, como puede, cada uno a su manera. —Tras un carraspeo, Momose prosiguió—: Así que, si no quieres que te sigan haciendo lo que tú llamas maltrato, no tienes otra salida que hacer algo respecto a nosotros, es decir, respecto a Ninomiya. Tal como te he dicho antes, yo no me lo estoy pasando bien. No creo que sea divertido ni nada de eso. Pero resulta que estoy allí con ellos y, a veces, por casualidad, puede que dé alguna idea. Ya sabes, cosas que pasan. También estoy ahora aquí, hablando así contigo.