Las diez historias de Muerte derramada sobrepasan todo aquello que reconocemos como lenguaje. La palabra y la razón se rinden ante las experiencias sensoriales, las cuales funcionan como metáfora de la muerte diseminándose, preámbulo a su vez del alumbramiento. Así, con temores a cuestas, ensombrecidos por la derrota o afligidos por la muerte violenta de una hija, los personajes de Mario Sánchez Carbajal rasgan la página y saltan al plano de lo real: los oímos, olemos, nos tomamos una cerveza a su lado, les palpamos la piel. En este volumen, la escritura desaparece para ser vivida.
—Rogelio Pineda Rojas