05 Desafiame

El fuego en mi cerebro ha sido apagado, reemplazado por una súbita, absoluta calma. Un sentido de certeza. Sé lo que necesito hacer ahora. Y sé que no hay nada, nada que no haré para llegar hasta ella.

Lo siento, siento que mi delgada moral se disuelve. Siento mi endeble y apolillada piel de humanidad comenzar a separarse y, con ella, el velo manteniéndome lejos de la oscuridad. No hay líneas que no cruzaré. No hay ilusiones de misericordia.

El fuego en mi cerebro ha sido apagado, reemplazado por una súbita, absoluta calma. Un sentido de certeza. Sé lo que necesito hacer ahora. Y sé que no hay nada, nada que no haré para llegar hasta ella.

Lo siento, siento que mi delgada moral se disuelve. Siento mi endeble y apolillada piel de humanidad comenzar a separarse y, con ella, el velo manteniéndome lejos de la oscuridad. No hay líneas que no cruzaré. No hay ilusiones de misericordia.

—Te estamos arrojando a una fiesta de cumpleaños.

Presiono mi frente contra la curva de su hombro, mis labios rozando contra su piel. —Te amo, Ella —, le susurro—. Te amaré por el resto de mi vida.
Mi corazón es tuyo. Por favor, nunca me lo devuelvas.

Sonrío, mi corazón lleno de repente con una alegría inexpresable. Apenas me reconozco a mí mismo. No puedo recordar la última vez que sonreí tanto.
No puedo recordar nunca haber sentido este tipo de felicidad pura, sin carga.
Como si mi cuerpo pudiera flotar lejos sin mí.

—Te amo —, susurra ella—. Te amo tanto.
—Que puedas amarme en lo absoluto parece una especie de milagro.
Sonríe, incluso mientras sacude la cabeza. —Eso es ridículo —, dice—. Es muy, muy fácil amarte.

—Ella —, le digo—. Vas a ser mi esposa.

—Cásate conmigo —, susurra.

—Kenji dijo que se suponía que te diera un anillo.

Cuando le pido que lo haga, ella se quita el sostén. Momentos después, su ropa interior se une a su sostén en el suelo y no puedo apartar la vista de ella, mi mente es incapaz de procesar la perfección de esta felicidad. Ella es tan hermosa que casi no puedo respirar. Apenas puedo entender que sea mía, que me quiere, que me ama. Ni siquiera puedo escucharme a mí mismo pensar por sobre la oleada de sangre en mis oídos, mi corazón latiendo tan rápido y duro que parece golpear contra mi cráneo. La vista de ella parada frente a mí, vulnerable y sonrojada de deseo, está haciendo cosas salvajes y desesperadas a mi mente. Dios, las fantasías que he tenido sobre ella. Los lugares a donde mi mente ha ido.