El ecofeminismo en Vandana Shiva

«La actividad creativa autogenerada y no violenta como principio femenino muere simultáneamente en la mujer, el varón y la naturaleza cuando la violencia y la agresión se convierten en el modelo de actividad masculino, y la mujer y la naturaleza pasan a ser pasivos objetos de violencia»

pensamiento para la acción.

«La colonización del 1% depende de borrar nuestras historias, nuestra memoria colectiva, nuestra imaginación, de la que salen nuestras acciones y luchas. La gente del mundo escribe una nueva historia (…) uniendo las muchas historias de creación de nuestras diversas culturas y uniendo nuestra creatividad e inteligencia con la inteligencia y creatividad de cada ser viviente»

Necesitamos nuestra imaginación, en tanto que instrumento político, porque necesitamos idear con urgencia formas alternativas de estar en un mundo que estamos devastando.

Elon Musk se encuentra en la lista de los hombres más ricos del mundo, siendo además uno de los más jóvenes en esa breve retahíla de nombres. Él tiene la certeza de que la situación medioambiental es insostenible y de que el reloj no corre a favor de la especie humana, empeñada en seguir manteniendo un modelo económico que cimenta sin lugar a dudas la extinción progresiva de todas las formas de vida. ¿Está Elon Musk preocupado? No. Es más, le importa poco cuál sea el futuro de la Tierra. Sus esfuerzos se dirigen a la financiación del proyecto que llena los días de una de sus empresas, SpaceX: el objetivo es colonizar Marte (2019: 195). Bien, no se puede negar: la posibilidad de alcanzar el planeta rojo estaría limitada a un número no muy amplio de terrícolas. ¿Qué sucedería con el resto de miles de millones de habitantes en una Tierra devastada?

En 1987, se concedió el Premio Nobel de Economía a Robert Solow. La tesis principal que sostiene este autor es que el crecimiento económico se debe esencialmente al progreso técnico. Es decir, en su visión, el papel de la naturaleza en la reproducción de la vida y en la provisión de todo lo necesario para llenar nuestra existencia es prescindible. Los procesos naturales pueden quedar a un lado. Es el progreso nacido de la mano del hombre el que lleva a las sociedades a progresar, a medrar: las nuevas tecnologías, el tratamiento de datos, los productos químicos, el avance en las distintas ramas de la ingeniería

Las semillas híbridas y los perjudiciales químicos han contribuido a la desertización, pues las nuevas plantas requieren de un elevado consumo de agua. Si no hay suficiente agua disponible, se explotan las aguas subterráneas, lo que hace emerger las capas salinas de la tierra, que impiden cualquier cultivo posterior (1995: 200 y ss.). Las áreas deforestadas son cada vez mayores: se talan bosques por el valor de su madera o para producir pulpa de papel. También se destruyen bosques y selvas para plantar alimentos (sobre todo, soja) que puedan alimentar al ganado estabulado: el forraje de las nuevas plantas es imposible de digerir para los animales (1995: 180 y ss.; también 228). Según estimaciones de la FAO, el 70% de la producción de grano a escala mundial se destina al alimento de ganado y animales de granja, algo que se podría evitar utilizando forraje o herrén procedente de la agroecología. Como hemos mencionado ya, este modelo agropecuario está directamente relacionado con la emisión masiva de gases de efecto invernadero. Y con la exacerbación de desigualdades de género en las esferas económica, social, familiar y cultural.

Norman Borlaug recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970 y figura en la mayor parte de las fuentes como el padre de la agricultura moderna. Sin embargo, la revolución verde deja tras de sí un importante volumen de consecuencias perniciosas, gran parte de ellas repasadas en este capítulo. Este sistema «está destruyendo el planeta, el estilo de vida de los agricultores, la salud de la gente, la democracia y la paz»

Tanto en este centro de investigación, como en otros creados con posterioridad, se partía de la base de que si se podía instaurar un control de las semillas, se podría controlar toda la producción de alimentos; es decir, se podría tener en la palma de la mano toda la cadena alimentaria (1995: 176). El monopolio de la comercialización y venta de sus semillas se convertía en un paso esencial. Estaba gestándose, en definitiva, la «revolución verde».

A su vez, se quiere experimentar con las plantas, por ejemplo, el trigo y el arroz, modificar su carga genética y crear así nuevas variedades de laboratorio, a las que se envolvería con la idea de que son más nutritivas para el ser humano o más resistentes ante las inclemencias climáticas.