ser divino, viendo la interacción desde fuera del universo, se daría cuenta de que el universo de celuloide en el que vive el electrón (y el observador) no es una simple lámina, sino dos láminas pegadas. Cuando la información sobre la posición del electrón se filtra, proporciona información sobre la estructura del universo: la información muestra que el universo es doble. En uno de estos universos, el electrón vive en la zona de la derecha, en el otro el electrón vive en la zona de la izquierda. Mientras estas láminas están juntas, es como si los electrones estuvieran en la misma lámina; el electrón está en dos lugares a la vez e interfiere consigo mismo. Pero el acto de reunir información sobre la posición del electrón consigue despegar las dos láminas y revela la verdadera naturaleza múltiple del cosmos; las láminas divergen a causa de la transmisión de información.
Mientras un ser divino sería capaz de ver estas láminas del universo divididas, el observador que ha efectuado la medición, también metido en estas láminas, sería totalmente ajeno a lo que está ocurriendo. Y atrapado en la lámina, este observador también se dividirá en dos, el Observador de la Izquierda y el Observador de la Derecha. El Observador de la Izquierda, situado en su lámina, verá la partícula en la izquierda; el Observador de la Derecha, situado en la suya, verá la partícula a la derecha. Y como las dos láminas ya no están en contacto la una con la otra, las dos copias de la partícula y las dos copias del Observador dejan de interactuar y viven ahora en universos separados. Aunque el ser divino fuera capaz de ver la estructura completa, compleja y múltiple de estos universos paralelos —el multiverso—, un observador en este universo continuaría pensando que vive en una única lámina, completamente ajeno al universo alternativo en el que la medición ha tenido un resultado opuesto.