¿Son antitéticas las neurociencias y la salud mental (SM)? Por supuesto que no. Mientras que las primeras implican un conjunto de saberes, metodologías y conceptos, la SM remite a un campo de prácticas sociales, clínicas y políticas, de gran complejidad: un territorio de disputas y conflicto por demás amplio, pero que excluye cualquier forma de pensamiento único. ¿Es incompatible una intervención desde las neurociencias en el campo de la SM? También la respuesta es negativa, y la motivación de este libro no es una crítica infundada ni directa a la amplia variedad de saberes, técnicas y avances en neurociencias. No obstante, es condición para lo anterior que las neurociencias –quienes las practican, referencian y/o utilizan— admitan también como propia la complejidad de este campo de prácticas. Sobre todo, la asunción de que toda práctica en salud y SM será clínica a condición de incluir como piezas centrales el resguardo de los derechos humanos, el respeto y la búsqueda de la dignidad de las personas usuarias: lo propio de la singularidad. Por ello planteamos que existe una discusión ulterior pero que en nada debe ser pospuesta: interrogar las concepciones del sujeto de nuestras prácticas.
El “o” del título remite a una clara oposición, que de ninguna manera incluye en sí, de manera inexorable, a las neurociencias, sino a una versión reduccionista que les atribuye un carácter excluyente. Por tal motivo circunscribimos lo propio del neurocientismo a un uso hegemónico que subalterniza otros discursos, de otros campos disciplinarios, y que pretende aplicarse de modo directo, sin mediaciones, al campo de la SM. El neurocientismo implica tesis acríticas de los saberes, conocimientos y nociones de las neurociencias en torno al campo de la SM.
La lectura que seguirá pretende abrirse a los intereses en diversos niveles de análisis del neurocientismo: sea el teórico y/o epistemológico en relación con el campo de la SM y/o de la naturaleza de las neurociencias en su participación dentro del mismo; sea el estudio de la constitución del sujeto cerebral como una vivencia derivada de tecnologías y procesos de subjetivación; sea la interpretación crítica del significado del estudio del cerebro desde la perspectiva filosófica feminista; así como también para quien elija como horizonte de interés la problemática clínica, entendida esta de manera ampliada y no reducida a “una” clínica, terapéutica o marco teórico específico.