En Tlalpujahua, un pequeño pueblo mexicano del estado de Michoacán, la industria gira alrededor de las esferas de vidrio –su especialidad. La tienda donde Ángela trabaja, como muchas otras, semeja un pequeño nido de fantasía, cubierta de pared a pared con un sin fin de detalles que evocan desde Papá Noel hasta los magos de oriente. Nacimientos, coronas, guirnaldas y esferas, muchas esferas, cientos de esferas. Grandes y pequeñas, opacas y brillantes, redondas y cuadradas.
¿Qué pensarán los clientes si adivinan que la encargada de esa pequeña tienda de artesanía detesta la Navidad? ¿Y qué de don Rubén, el dueño de esa tienda y fábrica de esferas que tampoco aprecia las festividades? A estos dos la Navidad se les figura un invento mercantil para despojar a la gente de su dinero y su aguinaldo. Un pretexto más para comer y beber. Una ocasión para que los pobres sean más pobres, y los ricos más ricos. Pero quizá en esta ocasión todo cambie debido al regreso de Clara, la hija de Ángela, quien llega con una noticia devastadora. Y la presencia de Adrián, el hijo de don Rubén, quien decide acompañar a su padre para sus primeras sesiones de quimioterapia.
Por su parte, Clara y Adrián han vuelto al pueblo donde crecieron; el lugar donde deben enfrentar el pasado, aceptar su presente y construir su futuro; el lugar donde parece Navidad todo el año. ¿Pero será para ellos una “feliz” Navidad?