En 1921, en el Journal de Psychologie, Marcel Mauss publicaba su artículo «La expresión obligatoria de los sentimientos». En su opinión, los sentimientos no podían estudiarse ni a partir de una psicología individual, ni de una fisiología indiferente. Si juzgamos por cómo reflejan en el cuerpo y se traslucen en el comportamiento, los sentimientos son emanaciones sociales que imponen su contenido y su forma a los miembros de una comunidad que están inmersos en una situación moral determinada. Rechazando los prejuicios contradictorios que consideran las emociones como un fenómeno íntimo o natural, Mauss afirma la dimensión social y cultural de los sentimientos y de su implementación en el comportamiento del sujeto. Por lo tanto, lejos de estar únicamente vinculadas al dolor, las lágrimas pueden asociarse a un momento preciso de una fórmula de saludo. Y no solamente «el llanto», escribe, «sino todo tipo de expresiones orales de un sentimiento son esencialmente fenómenos sociales, marcados eminentemente por el signo de la no espontaneidad y de la obligación más perfecta, y de ningún modo fenómenos psicológicos o fisiológicos» (Mauss, 1968: 81; ver también Granet, 1953).