Mi siglo está formado por cien relatos mínimos, brevísimos, de tres o cuatro páginas cada uno, donde se pasa revista, año a año, a los avatares del siglo XX. Cien voces, cien personajes, cien hechos, alemanes y no alemanes -pero sobre todo alemanes- que componen en conjunto un mosaico, un rompecabezas, un inmenso fresco alegórico de las venturas y desventuras de nuestro pasado presente. Voces y hechos a veces sustanciales y a veces anecdóticos, a veces conocidos y a veces desconocidos, tanto de honbres que oficiaron como verdugos o como víctimas de la historia, a través de los cuales queda expresada insuperablemente toda la emoción, o el absurdo, o la crueldad o el miedo, o la esperanza de un acontecimiento del siglo.