En “La liga de los ancianos”, Imber, un anciano Whitefish, fue a Dawson a entregarse a las autoridades; deseaba ser juzgado por sus crímenes. Confesados los asesinatos que había cometido, le preguntaron la causa. El anciano explicó cómo los hombres blancos empobrecieron y debilitaron a su pueblo, llevándose a los perros primero y luego a los jóvenes, legándoles costumbres nocivas y enfermedades desconocidas. Ante tales desgracias, él y otros Whitefish juraron vengarse de los blancos, asesinándolos silenciosamente. Sin embargo, sentía que era demasiado viejo y que debía comparecer ante la ley.