ha llevado a “la reciente depredación de los bienes ambientales globales (tierra, aire, agua) y la proliferación de la degradación ambiental” (Harvey, 2005: 113).
Un paso importante fue transformar la naturaleza en mercancía. En ese sentido, la naturaleza ahora tiene un propietario, esa es la norma; el siguiente paso es transformar la cuestión jurídica para tener derechos de propiedad.
En el capitalismo se da una fuerte depredación de la naturaleza; por ejemplo, la privatización del agua y la explotación para la extracción de minerales. Las empresas utilizan el agua de las cuencas hidrográficas, prácticamente las vacían por el uso extensivo y, por si fuera poco, dejan una gran contaminación con los desperdicios tóxicos, que afectan el agua y también a la tierra.
Mientras que los animales utilizan a la naturaleza exterior y la modifican de manera inconsciente, el hombre, en cambio, la modifica de manera consciente al servirse de ella. “Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza” (Engels, 1876/1974: 75).
En fin, la idea de que la naturaleza está al servicio del hombre es una concepción que, como hemos visto, inicia muchos siglos antes de nuestra era. Es la base sobre la que se desarrolla el sistema capitalista.
La depredación ha sido constante y ha acompañado la evolución de la organización social. En ese contexto han surgido grupos organizados que exigen que se cambien las condiciones de apropiación de los recursos naturales y hacen propuestas para modificar esta práctica, a través de formas de intercambio que retoman de los tiempos no capitalistas, tal es el caso de los mercados ecológicos y de organizaciones como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que lucha contra el sistema económico vigente. El calentamiento global es cada vez más amenazador para la humanidad, pero aun así el gran capital sigue con la sobreexplotación de los recursos naturales. Por ello se hace necesario cambiar la relación hombre-naturaleza capitalista por otra no capitalista, donde el sistema social y el sistema natural se conciban como un todo, donde el intercambio no sea sobre la base de la ganancia y acumulación de capital.