—Solo digo que te mereces una chica mucho mejor que Susan.
Me mira.
—Lo sé… y ya he pensado en una.
No deja de escrutarme. Esquivo su mirada. Se levanta y, tendiéndome las manos, añade:
—Lástima que salga ya con un tal Espinosa.
Le cojo las manos y me pongo de pie.